El mercado de valores, más conocido
como La Bolsa, es exactamente igual que ese mercadillo de barrio que montan un
par de veces por semana.
Como en todo mercadillo puedes encontrar auténticas gangas pero
en dónde también te pueden dar gato por
liebre. Si no vas mucho por allí seguramente seas de los segundos, en
cambio a las abuelas es difícil que las engañen porque gracias a su experiencia
suelen conocerse qué puestos son de fiar y cuales no.
En la Bolsa ocurre lo mismo, pero en
vez de puestos o tenderetes tenemos valores (empresas).
Como en todo mercadillo, la bolsa se
rige por la ley de la oferta y la
demanda: cuando hay mucha demanda de un valor el precio sube y viceversa.
El hombre es un ser racional, pero tiene sus pájaras y de vez en cuando se le
va la olla. Por ese motivo los precios de los valores a veces se disparan
hacia arriba o caen en picado hacia abajo, a veces incluso con varios vaivenes
en un mismo día.
A la Bolsa no hay que ir a querer buscar grandes pelotazos buscando valores
que se disparen en pocos días porque seguramente lo que acabes encontrando sean
chicharros que te den más disgustos que alegrías.
A la Bolsa hay que ir con la
intención de invertir en una empresa, en un negocio. Del mismo modo que ahora no montarías un videoclub en tu
barrio tampoco deberías comprar muchos de los valores que cotizan
actualmente en la bolsa porque tienen menos futuro que ese videoclub.
En próximos posts profundizaremos en
los aspectos clave de la bolsa: perfil del inversor, plazo de inversión,
valores en los que invertir, tipos de productos relacionados…
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